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Navarra - La fiesta universal de los Sanfermines
Inmortalizados para siempre por Hemingway en su obra "Fiesta", los Sanfermines constituyen la celebración más universal de Pamplona y de toda Navarra. Cada 6 de julio al mediodía se lanza desde el balcón consistorial el chupinazo y con él se disparan también el bullicio y la alegría que no se detendrán hasta el "Pobre de mí" del día 14. La ciudad se transforma en una explosión de vida en la que el visitante y el pamplonés se confunden vestidos del rojo y blanco que lo impregna todo, y se dejan llevar por la música y el epíritu de la fiesta en la calle. A lo largo de nueve días, todos tendrán ocasión de disfrutar los ritos y costumbres que hacen especiales a los Sanfermines.
Los encierros son, sin duda, uno de ellos. Cada mañana los mozos ponen a prueba sus nervios y su condición física perseguidos por las astas de una manada de toros bravos. Una tremenda descarga de adrenalina, una carrera vertiginosa que parte de la cuesta de Santo Domingo, cruza la Plaza Consistorial, dobla en Mercaderes y enfila a toda marcha la Estafeta para morir como los toros en la Plaza. Son apenas unos minutos, tiempo suficiente para temblar de miedo en el recorrido o poner los bellos de punta al espectador que sigue el encierro desde las tablas.
Por la tarde, los toreros tendrán ocasión de lidiar esas reses ante un público bullicioso, "jaranero". Mientras matadores, subalternos y picadores se enfrentan al toro en la arena, el tendido de sol se mueve al ritmo que marcan las charangas de las Peñas. Y es que las Peñas de jóvenes lo ocupan todo en Sanfermines con su música y sus bailes: la plaza, las calles y los bares de la ciudad. Con cantos nuevos y con las melodías de toda la vida, su labor -a la vez que su suerte- consiste en repartir música y buen humor por el Casco Antiguo y por toda Pamplona.
Entre tanto bullicio, la fiesta también ofrece tiempos para la emoción y el recogimiento. El 7 de julio, flanqueada por los mozos, la imagen de San Fermín recorre en procesión las calles de la Parte Vieja acompañada por la Corporación Municipal, las autoridades religiosas, la Policía Municipal y la Banda de Música "La Pamplonesa". Los más devotos del santo vibran con las jotas que se dedican desde los balcones o con "el momentico" en el que los gigantes bailan mientras se escucha de fondo el repique de campanas de la catedral.
Otro acto emocionante, esta vez para los niños, se produce cada mañana con las salida de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos. Los primeros son cuatro parejas de reyes de Europa, Asia, América y Africa, que, a pesar de sus más de cuatro metros de altura y de sus 60 kilos de peso, danzan ligeros al son que les toca la gaita, el tambor, el txistu y el tamboril. Su singular corte la forman cinco cabezudos, seis "kilikis" y otros tantos "zaldikos", diferentes figuras de cartón piedra que persiguen sin descanso a los chavales para golpearlos con sus vergas.
Si atendemos al programa sanferminero, las convocatorias para la juerga, la cultura o el deporte de la tierra se suceden día y noche sin descanso y cada uno deberá elegir aquella que más le atraiga hasta que el cuerpo aguante. Cuando necesite recobrar energías, los hosteleros de la ciudad se ponen a su servicio y multiplican sus esfuerzos para ofrecerle los platos más sabrosos de la cocina navarra a cualquier hora del día. El menú puede comenzar con un "caldico" o un cohocolate con churros de la Mañueta para entonar el cuerpo antes del encierro; unas magras con tomate para almorzar; espárragos y pimientos del piquillo cocinados de mil maneras, menestra de verduras, estofado de toro y cuajada a la hora de comer; un buen bocadillo de lomo con pimientos para merendar en la plaza; y, para aguantar toda la noche, cenar como es debido, por qué no un calderete -conejo con patatas en salsa- con los amigos. Siempre todo regado con el mejor vino navarro.
Tras nueve días repletos de actividad, llega el momento de despedir la fiesta donde comenzó, en la Plaza Consistorial. A la medianoche del 14 de julio, el alcalde o la alcadesa se dirige a sus vecinos desde el balcón del Ayuntamiento para dar por finalizados los Sanfermines. Frente a la autoridad municipal, miles de pamploneses y visitantes levantan sus velas encendidas y entonan el "Pobre de mí". A ratos lo combinan con la famosa escalera -"uno de enero, dos de febrero... 7 de julio San Fermín"- que anuncia la llegada de las fiestas del año próximo y el eterno ¡ya falta menos! |
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