Cuenca
En el centro de la provincia a la que da nombre, Cuenca se encuentra sobre una cima calcárea a 1000 m. de altura en el cruce de los ríos Júcar y Huécar.
Su singular emplazamiento determinó su carácter de baluarte defensivo desde tiempos visigodos, aunque ya se conocen poblamientos anteriores en lugares aledaños a la actual ciudad. Fortaleza musulmana desde el s.VIII, Cuenca es reconquistada por Alfonso VIII en 1117 restableciéndose la sede episcopal.
La expansión urbana de la ciudad a partir de entonces es tanto demográfica como espacial. Las actividades manufactureras en especial las textiles de Cuenca ocupan un lugar preeminente en la economía medieval castellana.
En el siglo XVI Cuenca vive una época de florecimiento. Centro político y administrativo de primer rango, su desarrollo manufacturero y comercial le permite un extraordinario enriquecimiento arquitectónico.
La ciudad alta, amurallada, y la ciudad baja, abierta, evolucionan paralelamente. Desde entonces, el trazo urbano de Cuenca quedó configurado con esta subdivisión.
En el siglo XVII junato a un cierto declive de las actividades manufactureras se produce una época de dominio de las órdenes eclesiásticas. La multiplicación de las fundaciones religiosas determina en buena parte el paisaje urbano de la ciudad. A la decadencia económica le sigue una lenta recuperación.
Más allá de la omnipresencia religiosa, se efectúa una especialización de los barrios según las actividades. La trama urbana es densa y la construcción se desarrolla en altura.
Coincidiendo con la pérdida de la hegemonía eclesiástica, a principios del s. XIX, se inicia la historia de Cuenca como capital provincial.
Más allá de los contrastes entre la ciudad alta y la baja, Cuenca está magnificamente integrada en el entorno natural. Agrupados en espacios estrechos y bien adaptados a la topografía, los espigados edificios han integrado fundamentalmente la organización urbana de la ciudad.
La arquitectura medieval en altura, caracteriza el paisaje urbano dominado por las torres de las fundaciones religiosas, hospitales y palacios. A estos edificios de época medieval, renacentista y barroca, se agregan vestigios de la época morisca, que junto con la naturaleza, el relieve y la luminosidad convierten Hoz del Huécar en un entorno impresionante.
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